Quien no esta preparado hoy
lo estará menos mañana
Todos hemos experimentado el éxito en distintas cosas y situaciones, desde que somos pequeños, estudiantes, y en nuestra vida laboral, o como empresarios. El éxito es parte del ser humano, aunque a veces se le confunda con dinero, suerte, cosas materiales y situaciones de placer; cada quien puede ver al éxito como mejor le plazca, le satisfaga o convenga. Lo cierto es que el éxito produce gusto, seguridad y satisfacción, aunque para ciertas personas produzca poder y autoridad, que no son malos si el poder es constructivo y la autoridad es moral. El éxito suele ser algo lejano y difícil de alcanzar porque así se le percibe, así se nos ha acostumbrado a verlo, y por ende, se piensa que muy pocos lo logran, se nos ha hecho creer que sólo los suertudos lo alcanzan. Pero el éxito existe para todos. Sólo es cuestión que cada uno aceptemos que somos capaces de lograrlo en todo lo que nos propongamos. Es necesario dejar de pensar que es difícil, que cuesta mucho trabajo, y que no es para todos, porque pensar de esa manera es lo que nos bloquea el ánimo y nos avienta al camino de la dejadez, desconfianza y la incredulidad, que nos conduce a callejones sin salida y laberintos de frustración y desesperanza. Si todos hemos tenido éxito en algo, entonces eso quiere decir que sí somos capaces de lograrlo, y cuando se ha sido capaz de tener éxito, se es capaz de replicarlo, es decir, de repetirlo. Si ya una vez tuvimos éxito, es posible volver a tenerlo, todo depende de lo que deseemos y de que nos pongamos en acción. Verse en una constante de fracaso, mediocridad o estancamiento, o al menos de aceptación de una situación llevadera, es muy común, y se nos dificulta salir de ella porque lo estamos replicando todo el tiempo, es decir repetimos esa situación llevadera, de fracaso, o estancamiento, porque creemos que eso es lo único que podemos lograr, dedicándole todo el tiempo productivo a esa constante alejándonos del éxito, porque ya no tenemos tiempo para dedicarle a lo que realmente nos dará ese éxito tan anhelado. El fracaso es más común porque tendemos a repetirlo con nuestras dudas, desconfianza, pereza, desidia, dejadez, inconformismo mal enfocado, ignorancia, falta de iniciativa y una muy débil fuerza de voluntad. Al fracaso lo mandamos llamar con más frecuencia cuando buscamos éxitos ilusorios, artificiales o disfrazados en la vanidad, los placeres mundanos, la riqueza mal habida o mal entendida, ostentar cargos obtenidos con chapuza e influyentismo, y obtener algo que no otorga sustento o reconocimiento alguno. No dudemos nunca que el éxito se puede repetir, pero el fracaso también.