Quien no esta preparado hoy
lo estará menos mañana
El Siglo XXI ha llegado a la mayoría de edad y es obligatorio analizar qué es lo que ha pasado durante los primeros 18 años en materia de desarrollo o de mejora del mundo que nos da cobijo. En el campo de la ciencia y la tecnología creo que se ha avanzado mucho, porque son tareas que sólo la gente inteligente, talentosa y comprometida es capaz de hacerlo. Inventar, mejorar sistemas, crear nuevas fórmulas, procesos, circuitos y todo lo concerniente a la tecnología en todas sus manifestaciones exige orden, disciplina, pasión y una entrega total que no permiten excusas ni esperas injustificadas. Sólo los que realmente aman lo que hacen son capaces de dar al mundo cosas nuevas y que benefician, ya sea un medicamento o un chip para almacenar más datos en una computadora. Qué maravilla crear, inventar e innovar para mejorar. Todos deberíamos de actuar así, y no sólo los investigadores e inventores. Siempre habrá una forma nueva o mejor de hacer el trabajo diario, el aseo en la casa, gobernar una ciudad o país, legislar, educar, instruir, curar, procesar, planear, guiar y amar. Es increíble que cada semana se haga un esfuerzo por innovar cómo hacer más funcional y útil un teléfono celular o una maquina industrial, pero no para tener un mejor comportamiento humano. Es vital que todos comprendamos el verdadero sentido de la humanidad y el para qué nacemos. El medir el tiempo en horas, días, semanas, años y siglos nos da la oportunidad de siempre buscar tener el mejor momento para crecer y madurar. Al extinguirse el día se posee la oportunidad de continuar con el trabajo no terminado al día siguiente. Pero hay proyectos y necesidades que no sólo se pueden lograr en meses, es por ello que podemos planear a un mediano plazo para no presionarnos ni sobre estresarnos. Las cosas que necesitan de tiempo para realizarse se deben programar, y con disciplina y orden ir cumpliendo hasta finalizarse. Planear a largo plazo, lo que puede implicar dos, tres o diez años, es para proyectos grandes y que requieren de estudios, recursos económicos, gestiones y trámites burocráticos, y son quizá los más ambiciosos por lo que las ganancias representan; en éste también están los estudios universitarios, o simplemente llegar a cierta edad o adquirir la experiencia suficiente para escalar puestos en una empresa. Los lustros, los sexenios, las décadas y los siglos nos permiten hacer cortes de caja, para saber cuánto y cómo hemos avanzado en algo y qué resultados hemos obtenido. El 2018 debería de representarnos un año cabalístico por tratarse de la entrada a la mayoría de edad del Siglo XXI, y con toda la energía de la juventud hacer que nuestra sociedad se fortalezca y forme ciudadanos buenos, productivos, responsables y amorosos; empresas sólidas y con ética que generen la riqueza que necesitamos para ser progresistas; iglesias que se comprometan realmente con su culto y que orienten sobre el bien y el mal para erradicar las malas conductas; y gobiernos pulcros, incorruptibles, transparentes, de ética inalterable, con verdadero sentido humano y social, y que se dediquen realmente a gobernar en beneficio de todos. Durante los primeros 18 años del Siglo XXI hemos dejado mucho que desear, sobre todo en el ámbito del comportamiento humano y la política. No podemos seguir así. El ser humano es una creación maravillosa, con libre albedrío para vivir como mejor le parezca. Vivamos para disfrutar todas las cosas buenas que el mundo nos da todos los días, minuto a minuto.