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Quien no esta preparado hoy
lo estará menos mañana

EMPRESAS DE EXITO

EL ALTO COSTO DE LA MEDIOCRIDAD

La gente no es mediocre por casualidad, sino porque cree que es normal. Al menos eso es lo que uno puede pensar, porque resulta muy difícil entender por qué la mayoría de las cosas en nuestro País lucen a medias o mal. Lo podemos ver en la calles, parques y carreteras, sobre todo en lo que depende de los gobiernos, ya sean oficinas, sistemas de gestión y comportamiento de servidores públicos. Lamentablemente, de la mediocridad nadie se salva, y es que lo mismo la vemos en los acabados de productos y servicios, así como en el actuar y manera de pensar de la mayoría de los ciudadanos. La mediocridad la vemos en aquellas personas que no hacen bien su trabajo, a pesar de haber recibido una capacitación y firmado un contrato, en la falta de compromiso y seriedad al ser impuntual o no avisar cuando se va a llegar tarde o no se podrá asistir a laborar. Esto mismo lo vemos en la familia, los amigos, y en prácticamente todo tipo de relación. Hoy, como que a la gente ya no le importa quedar bien, como que la vida moderna impactada por el celular y las redes sociales, está haciendo pagar muy caro el abuso de su uso. El costo que pagamos por la mediocridad no sólo afecta la economía de las familias, sino que provoca muertes prematuras, y accidentes innecesarios. Mediocridad tiene tres significados principales: 1. Calidad baja o casi nula. La tenemos en todo producto que por sus componentes de ínfima calidad apenas dura unos días provocando disgusto y hasta accidentes. Esto lo tenemos cuando los fabricantes, por aumentar márgenes de utilidad, o en la búsqueda desesperada de tener la solvencia para sobrevivir, utilizan materias primas de muy baja calidad, por sus costos baratos, o de plano usan materiales no permitidos o fuera de especificación, manteniéndolos ocultos al consumidor, y comprando inspecciones (corrupción). 2. Falta de valor o interés. Esto por ignorancia, o por pagar sueldos muy bajos a los trabajadores; pero aún así, una persona no puede, o no debería, hacer cosas mediocres. La afectación principal es para los clientes, pero como casi todas las empresas hacen lo mismo, la percepción se generaliza hacia una aceptación forzada de lo mediocre porque no hay manera de detener esta práctica nociva, ya que todos cometen actos mediocres, consciente o inconscientemente, voluntaria o involuntariamente. Para acabar con la mediocridad debemos dar valor a las cosas y mostrar un genuino interés en todo lo que hacemos y en nuestra forma de comportarnos. 3. Falta de inteligencia o de capacidad para realizar algo. No lo podemos saber todo, es cierto, pero para eso debemos capacitarnos, instruirnos, aprender, y hacernos responsables de nuestro propio desarrollo humano, profesional y laboral. El único responsable de hacer las cosas mejor es uno mismo. Qué pena que vivamos en medio de la mediocridad cuando tenemos todo a la mano para hacer una vida y un mundo excelentes. Para dejar de ser mediocres es necesario hacer las cosas correctamente, nada más.