Quien no esta preparado hoy
lo estará menos mañana
El progreso suele quedar a una distancia muy grande cuando nos empieza a ir bien, situándonos en a una zona de confort que puede ser extraordinariamente buena, o apenas satisfactoria, pero que en el fondo hay un dejo de temor, desidia, o cobardía por obtener un progreso mejor y mayor. Cuando el progreso es muy favorable, en el sentido de tener una empresa sustentablemente exitosa o un muy buen puesto y sueldo, podríamos decir que está bien que nos sintamos contentos, orgullosos, y sumamente satisfechos con el progreso logrado; pero, cuando éste no es el óptimo ni el más elevado, resulta un grave error quedarse estancados en un éxito pobre y que a la larga, o a la corta, no será suficiente. Es por ello vital no conformarnos con lo bien que nos va, porque la vida tiene altibajos impredecibles que nos sacan de la jugada de manera drástica, lo que es muy desgastante física y emocionalmente. Aunque siempre es bueno volver a empezar desde cero cada vez que hay un fracaso, siempre será mejor prevenir e ir uno o dos pasos adelante, para que cualquier eventualidad nos dañe lo menos posible. Vivimos tiempos en los que la sociedad mantiene un nivel de progreso muy bajo, pero progreso al fin, debido a un conformismo justificado culturalmente por hábitos generacionales como el no estudiar más allá de secundaria, formar una familia a muy temprana edad y aceptar salarios que sólo alcanzan para vivir al día. Contar con un empleo es motivo de tranquilidad aunque no alcance para todo, y así se permanece por años en espera de un golpe de suerte, pero sin prácticamente hacer nada como continuar estudiando, capacitarse para obtener un mejor puesto y sueldo, aprender más en el trabajo o mostrar interés por superarse para ser alguien mejor en la vida. Progresar significa no parar de crecer y desarrollarse, hacer mejoras y adelantos en el trabajo, la familia, o en lo personal. Progresar debe ser una contante a la alza permanente. El único responsable de mantenerla así es uno mismo, por lo que es sumamente necesario que siempre estemos atentos a todo lo que nos puede servir, y desprendernos de todo lo que nos impide avanzar como es el miedo, la pereza, la desidia, o la cobardía muchas veces oculta o disfrazada de inseguridad o conformismo. La cobardía es falta de valor o ánimo de uno mismo. El relativo bienestar diario nos sumerge en una burbuja de muy cómoda satisfacción que nos impide palpar el alto riesgo al que estamos sometidos debido a que ese progreso está en límites vulnerables de caer en alguna categoría inferior. Para hacer frente a la cobardía es necesario tener el valor suficiente, sustentado principalmente en la confianza en sí mismo y en el espíritu de superación, dejando de lado todo lo que nos impide progresar, ya sean vicios, amistades, o conductas impropias. El conformismo es un espejismo que nos puede tener engañados, haciéndonos desperdiciar años que luego son muy difíciles de recuperar.