Quien no esta preparado hoy
lo estará menos mañana
Vivimos en un mundo donde no es posible asegurar un éxito constante y sostenido, ni en las empresas ni en la vida particular de nadie, por más dinero que se tenga, o vivir en el País más estable. No se puede, en primer lugar, porque para que haya una constante, los factores que la determinan deben ser iguales o similares, y potencialmente constantes, cosa que no se da en nuestro mundo porque no hay igualdad en la capacidad, conducta y comportamiento humanos, que son los principales involucrados en el mantenimiento progresista de una sociedad. Un ser humano altamente preparado no puede tener la estabilidad de vida que se merece, si hay muchos más seres humanos que no se preparan afectándolo negativamente. Por ejemplo, un empresario que estudió desde muy joven, y tiene excelentes valores, y una vida ejemplar, abre su propia empresa, pero al contratar el personal necesario se encontrará con personas que no están preparadas y que tienen muchos problemas personales y familiares; decide capacitarlos y pagarles bien, lo que le permite tener un buen ambiente de trabajo. Todo marcha acertadamente en la empresa, cuando de pronto se presenta una crisis económica provocada por los malos manejos de los gobernantes de este País o del que sea, o por la competencia desleal de mafias empresariales, o por el incremento de la inseguridad, o por lo que sea; y las ventas empiezan a bajar drásticamente al grado de casi declararse en bancarrota. Este es el caso de una empresa bien estructurada, que son las menos; las mal estructuradas que son las más, terminan por cerrar, o por operar con múltiples problemas, tanto económicos como con el personal y hasta con deficiencias en la calidad de los productos y servicios que ofrecen. Cuando aparece la crisis, pone a todos en su verdadero lugar, es como si una ola gigantesca cayera sobre todas las empresas, y al final, cuándo ésta se retira, quedan al descubierto las empresas que están en pie gracias a su buena estructura y operación, y los escombros de las que nunca se preocuparon por tener una buena estructura organizacional. Lo que es peor, muchas de esas empresas que se redujeron a escombros continúan operando sin importar tener una estructura informal, porque necesitan ganar, lo que sea, para mantener a sus familias, lo que incrementa el número de empresas inestables e incapaces de crecer, manteniéndose por años como negocios raquíticos, de lástima, y con patrones resentidos y trabajadores que nunca salen de su mediocridad y pobreza. Las crisis son como mecanismos de evaluación. Una crisis no engaña, ya que permite ver las debilidades y carencias de una empresa, un patrón o un trabajador. Utilicemos a las crisis para fortalecernos en serio, y asegurar una permanencia digna y exitosa ante la aparición de cualquier tipo de eventualidad. Entre más empresas fuertes tengamos y más preparados estemos todos, conjuntamente con el respeto de los valores humanos que nos dignifican y dan paz, las crisis serán menos dañinas y más espaciadas.