Quien no esta preparado hoy
lo estará menos mañana
Hacer una actividad para no perder es diferente que hacerla para ganar. La primera suele hacerse sin ganas, con temor, pensando en una posible derrota, regularmente se hace a fuerzas y siempre con un pensamiento negativo, pesimista, y desgastante. Toda actividad que realicemos debemos hacerla pensando en ganar, en lograr el éxito que esperamos. Cuando hacemos algo fincado en el logro del éxito, solemos sentirnos positivos y optimistas, y aún si no alcanzamos el éxito el ánimo no decaerá porque sentiremos que lo hicimos con entusiasmo lo que no permitirá que experimentemos sentimientos negativos. Cuando trabajamos sólo por la necesidad de obtener un sueldo que apenas nos alcanza para vivir y que percibimos injusto, eso significa que estamos trabajando para no perder el empleo, para quedar bien con el patrón y que no nos despida. Qué desgastante es vivir con el temor de ser despedidos. Por lo contrario, si trabajamos para superarnos y tener éxito, sabremos que eso implica sentirnos seguros de sí mismos, acudir a laborar con ganas y con mucho entusiasmo, así como con una energía que nos empuja a aprender más y mejor, a dar los mejor de sí mismo, a mantener siempre una actitud propositiva y con iniciativa. Una persona que trabaja para ganar jamás se queja de sus tropiezos, ni se enfrasca en problemas interpersonales, ya que siempre se conduce con amabilidad y con espíritu de colaboración. Nunca ve al trabajo como un mal necesario, ni reniega de él. Trabajar para ganar implica tener un objetivo claro y preciso, y una fuerza de voluntad férrea e inquebrantable. Implica tener una disciplina inalterable, y una pasión y respeto por lo que hace. El problema de nuestro País radica, precisamente, en los millones de personas que todos los días acuden a trabajar a dar el mínimo esfuerzo, a renegar por lo poco que ganan, y a hacer un sobre esfuerzo tan sólo para no perder el empleo, conformándose porque no tienen la capacidad de trabajar para ganar. Trabajar para ganar también implica desprenderse de vicios, perezas, rencores y malos hábitos, y renunciar a toda la negatividad que se ha enraizado en la manera de ser y de ver el mundo. Trabajemos para triunfar, para asegurarnos una vida mejor y digna. Vivamos para triunfar y construiremos un mundo armonioso, justo, progresista, y tranquilo.