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EMPRESAS DE EXITO

DISFUNCIÓN DEL RESPETO Y LA AUTORIDAD DIRECTIVA

Oscar Fosados Arellano

Es común que dueños de empresa, directores o jefes se quejen de problemas operativos y administrativos entre sus trabajadores, que se presentan de forma constante. Para evitar esto es vital que la empresa cuente con una estructura organizacional que se respete puntual y oportunamente, apoyándose en los manuales del puesto que son la guía obligatoria a cumplir diariamente. Cuando los problemas agobian a los directivos es porque alguien no está haciendo bien su trabajo, incluyendo al mismo directivo, generándose lo que denomino Disfunción del Respeto y la Autoridad Directiva, es decir, un grave relajamiento de autoridad y respeto. El síntoma es obvio: la autoridad es frágil o inexistente y en consecuencia se da una peligrosa falta de respeto, aunque los resultados finalmente se den bien. Lo que ocurre con muchos directivos es que permiten que sus trabajadores incumplan las reglas, normas o procedimientos, ocasionando problemas que después son muy difíciles de resolver, creándose una costumbre “dispensada” para sacar adelante los compromisos con los clientes, aunque ello genere gastos innecesarios y conflictos entre departamentos. Las causas de esta Disfunción son las siguientes: Desconocimiento de cómo ejercer el respeto y la autoridad en el puesto. La empresa carece de estructura organizacional. No corregir de inmediato las desviaciones y desobediencias, por no llevar controles, estar ausentes o no querer hacerlo, ya sea por desidia o dejarlo para después. Comodidad. No actúan por no tener problemas personales con sus trabajadores. Conveniencia. No actuar por así convenir a los intereses del directivo o jefe. Para remediar esta Disfunción es vital que el directivo sea el primero en cumplir con todo, ser el ejemplo a seguir y esté consciente que las dos fuentes más importantes de poder con las que puede influir en su personal son el RESPETO y la AUTORIDAD. El respeto es el poder de influir en las personas, que ellas mismas nos otorgan. No podemos esperarlo o exigirlo, tenemos que ganarlo. Se puede considerar como el poder en una relación. La autoridad es el poder de influir en los demás que nos ha otorgado la estructura organizacional de la empresa de acuerdo al puesto. Se puede considerar como el poder de nuestro puesto. Necesitamos ser capaces de influir en los demás si deseamos ser directores o jefes efectivos y reales. La mayoría de los resultados como jefes dependen de nuestra capacidad para influir en nuestro personal. La palabra influir se deriva del latín "fluere", que significa fluir. Cuando influimos a las personas, éstas fluyen con nosotros, por decirlo de alguna manera. Cuando el personal a nuestro cargo es influido por nuestra autoridad, fluye con nosotros porque nos acata, lo hace por obligación y obediencia, respetando la normatividad. Cuando es influido porque nos respeta, fluye con nosotros porque es su deseo; es el respeto basado en la admiración, convicción y confianza, y el cual no se debe a sentimientos de temor inspirado por jefes o directores prepotentes y autoritarios. Por tanto, ni la autoridad ni el poder deben ejercitarse con fines de atemorizar, sino más bien deben usarse para armonizar en un clima de confianza y seguridad.