Quien no esta preparado hoy
lo estará menos mañana
Por Oscar Fosados Arellano
El que Estados Unidos, nuestro vecino cómodo e incómodo del norte, tenga un presidente estridente, nacionalista y proteccionista, no debe ser ninguna novedad, ya que los tiempos van determinando quiénes deben gobernar y cómo, de acuerdo a los resultados de modelos empresariales en cuanto a la administración y forma de producir bienes o servicios, en otras palabras según se mueva la economía de un país, aunado a su desarrollo social. Todo lo que hacemos genera un resultado o una consecuencia, buena y mala. Vivimos en un mundo donde los seres humanos no tenemos la capacidad de convivir y llevarnos bien, por las razones más obvias o justificadas que sean. La realidad es que todo ser viviente en el planeta Tierra tiene que alimentarse para vivir, y para obtener el alimento, las personas, necesitamos de un instrumento, llamado dinero, para comprarlo. Hoy día, todo se compra con dinero. El dinero es lo que mueve al mundo a través del comercio. Todo lo que necesitamos comprar tiene un valor monetario, de modo que si no contamos con la cantidad necesaria no podremos adquirirlo. Lo que rige finalmente las economías no es lo que cuesta un producto o servicio, sino cuánto puede pagar la gente por ellos, es decir, la cantidad de dinero con que cuenta cada persona; y como la mayoría de la gente no cuenta con el dinero suficiente, las empresas se ven obligadas a someterse a sistemas y estrategias que les permitan abaratar costos en cualquier punto del proceso, muchas veces sacrificando calidad en las materias primas o llevando las fábricas a lugares o países cuya mano de obra resulte más barata. Esta osadía, como práctica estratégica, triunfalista y hasta mercantilista en los negocios es riesgosa por los movimientos masivos que genera en términos de competencia leal y desleal, estabilidad o inestabilidad social de los mercados, aparición de innovaciones o productos y servicios alternativos, agotamiento de recursos naturales no renovables, crecimiento desorganizado de la población y de las ciudades, y tratados comerciales entre naciones que se manejan de acuerdo a conveniencia. En Estados Unidos, las grandes corporaciones empresariales migraron sus fábricas a países como México, China y otros asiáticos donde la mano de obra es mucho más barata, y las maniobras de logística en la trasportación y movilización de los productos terminados les permitieran bajos costos con la finalidad de hacerlos más competitivos dentro de su territorio, pero también para el resto del mundo. Todo modelo comercial, económico, comercial o político no es para siempre, sino que están obligados a transformarse y cambiar debido a lo que ellos mismos provocan al mantenerse en funcionamiento. No es novedad pues, lo que hoy ocurre en Estados Unidos con la elección de un personaje atípico, pero que es necesario para provocar los cambios que esa nación hoy necesita, y desde luego que tendrá repercusiones mundiales. Lo mismo sucede en México con el ajuste a los precios de la gasolina, la cual paternalista e irresponsablemente fue subsidiada desde que el Gobierno federal se hizo cargo de PEMEX, y hoy estamos pagando las consecuencias. Llega en un momento económico, político y socialmente inadecuado, ¿pero, cuándo los tiempos en nuestro País han sido adecuados? Como siempre, no hay de otra. Hoy es tiempo de asumir responsabilidades y realizar los cambios que en términos de calidad y economía nos permita ser la nación progresista y estable con la que todos soñamos.